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10/11/17
Consumo de sal y salud [9-11-17]
Consumo de sal y salud
La campaña que han lanzado muchos Ministerios de Sanidad en contra de que la industria alimenticia mantenga niveles elevados de sodio en sus productos cuenta, desde ahora, con un poderoso aliado: los consumidores. Mientras las ventas de sal bajan en picado, suben las de los condimentos alternativos y los alimentos bajos en sodio, y es que desde hace años se asocia el consumo excesivo de cloruro sódico con la hipertensión arterial.
El salero tuvo épocas más dulces y pasa hoy por momentos amargos. En los últimos cinco años, las ventas de sal en el mundo han visto reducir su facturación en un 17%. La mala fama de la sal como precipitante de la hipertensión arterial y el riesgo cardiovascular ha calado hasta en las cestas de la compra. Aún así, las autoridades del Reino Unido consideran que los británicos siguen consumiendo demasiada sal. Un estudio epidemiológico revela que 26 millones de habitantes de aquel país toman más sal de la que debieran.
Los hombres consumen una media de 11g/día, mientras que las mujeres se quedan en 8,1g/día. El gabinete británico ya ha elaborado un libro blanco con objetivos de salud en el que se especifica que el consumo medio diario de sal de los británicos debe quedar rebajado a 6 gramos. Sin embargo, no va a ser tan sencillo. El 75% de la sal ingerida es «invisible», forma parte del contenido de galletas, pan, alimentos preparados o en conserva, por lo que el Gobierno británico ha implicado ya a medio centenar de industrias alimenticias para que disminuyan el contenido de sodio en sus productos.
El sabor salado no siempre orienta sobre el contenido en sodio de los alimentos y bebidas de consumo habitual. Un aplicado análisis de la revista Food Magazine da cuenta de elevadas cantidades de sodio en barritas de chocolate, pasteles, caramelos, bebidas refrescantes y yogures. En representación de la Food and Drink Federation británica (FDF), un consorcio que agrupa a fabricantes de alimentos y bebidas, Martin Paterson ha denunciado una campaña por hacer parecer a la industria como la «mala» de todo este asunto. «No es cierto que ocultemos el contenido en sodio de nuestros productos ni que permanezcamos insensibles al problema de la sal frente a la salud». Paterson dio cuenta de reuniones de la FDF con las agencias gubernamentales encargadas de salud pública y consumo, en comunión con los objetivos trazados en el libro blanco para el 2010.
Crisis provechosa
El apocalipsis salino no comporta, en realidad, una zozobra de la industria alimenticia tan aparatosa como pudiera parecer. Al tiempo que se investigan nuevos métodos de conservación distintos de la sal, los fabricantes de condimentos y especias aromáticas andan de enhorabuena; incluso las modalidades de sal de régimen, baja en sodio, constituyen una excepción en la escasa presencia de la sal en los mercados. Las ventas de pimienta negra, por poner un ejemplo, han experimentado un crecimiento del 30% en los últimos 5 años; pero resulta que las hierbas sazonadoras (orégano, tomillo, albahaca, entre otras) han crecido un 124%.
La paradoja es que la porción de consumidores que más sal compra (superando los 2 kg/año) es la de más de 65 años que, a su vez, es la más expuesta a padecer hipertensión arterial. Los analistas de mercado avisan que se trata de una generación educada en la cultura de la sal, que añade sal a todos sus guisos y sus platos casi sin excepción. Por el momento, Europa lidera el consumo de conservantes y condimentos distintos a la sal en el mundo, pero todo apunta a que la tendencia podría extenderse pronto a los demás continentes. Puede que la sal sea barata en su presentación más simple, pero el gravamen más amenazante para todo sistema público de salud es la morbi-mortalidad cardiovascular, que tiene como principal factor de riesgo a la hipertensión arterial, que tiene a su vez como precipitante principal el consumo excesivo de cloruro sódico.
Sólo los costes por atención médica y pérdida de productividad derivados de la hipertensión arterial ascienden en EEUU a 300.000 millones de dólares. La cuestión no está exenta de cierta controversia. Estudios clínicos como el NHANES (1998), llevado a cabo en EEUU comparando el riesgo cardiovascular de un grupo de pacientes con dieta rica en sodio al de otro grupo con dieta baja en sodio, halló que los segundos tuvieron una incidencia de ataques cardiacos superior en un 20% a la de los primeros.
UN POCO DE SAL
¿Mala, la sal? En absoluto. Nuestro organismo mantiene una relación atávica con el mineral elemento que arranca del mismo origen de la vida. No en vano, la sabia de las plantas y el suero sanguíneo de los animales tiene una composición mineral muy semejante a la de la sal marina.
La sangre humana contiene fisiológicamente casi un 1% de cloruro sódico, esencial en el mantenimiento del equilibrio electrolítico celular. Los deportistas de elite deben tomar tabletas salinas con regularidad a fin de evitar una hipertermia (fiebre) debida a un trabajo muscular excesivo.
En medicina, muy recientemente, se ha visto que determinados síndromes como la fatiga crónica puede tener su origen en un desequilibrio salino, a la vez que microclimas tan particulares como una mina de sal constituyen el hábitat perfecto para un enfermo de asma. Con todo, el consumo excesivo de sal se ha vinculado también a complicaciones del calibre de la hipertensión arterial o el cáncer de estómago.
Que la sal conserva es algo que sabían hasta los egipcios, hace 3.500 años, que la empleaban en el momento de embalsamar a las momias. Los romanos pagaban con sal a sus legionarios, y de ahí proviene precisamente la palabra «salario». En la edad media abundan relatos que se refieren a mercaderes de sal venidos del Sahara africano y del Asia central. La sal, como metáfora de pureza, salud y riqueza, se emplea en la Biblia y en textos literarios de distintas culturas. Según cuenta Montesquieu, los rebeldes de Flandes boicotearon los planes «salinos» de Felipe II en Europa y, de este modo, malograron su Imperio; toda vez que Mahatma Ghandi convirtió la «resistencia a la sal» en un prototipo de la lucha no violenta y desafió al Imperio Británico hasta conseguir la independencia para la India.
16/3/15
Límites al consumo de sal 16-03-2015
Límites al consumo de sal
La sal es una de las sustancias más apreciadas por la humanidad, y forma parte, junto a las especias, de las distintas sustancias para cocinar consideradas naturales. Junto con el azúcar es uno de los alimentos más apreciados por los consumidores aunque, pese a ser naturales, poseen propiedades negativas para la salud si se toman en exceso, especialmente por su relación con hipertensión arterial. El problema ha empezado a detectarse entre la población infantil. Un estudio británico acaba de demostrar la relación entre una reducción de la ingesta de sal y de la presión arterial en este sector de la población.
Si bien las especias incluyen una gran cantidad de productos diferentes, la sal y el vinagre forman parte del grupo de los condimentos, siendo la sal la estrella indiscutible. Este alimento se relaciona con el gusto por la comida. Su propiedad más interesante es la capacidad potenciadora del sabor en alimentos, pero no de una manera artificial o enmascarando otros gustos, sino aportando numerosos matices al paladar. Quizás por este motivo no hay mesa en la que falte este condimento.
No obstante, desde hace un tiempo la sal está siendo valorada negativamente para la salud de las personas, especialmente por sus propiedades hipertensivas, lo que se encuentra en el origen de otras muchas enfermedades asociadas a la edad, como crisis cardiovasculares o cerebrovasculares, diabetes, fallo renal y disminución de la calidad y la expectativa de vida. Por todo ello está empezando a considerarse un tóxico más de la dieta que debe controlar tanto la población como la industria alimentaria.
Sal e hipertensión
De todos es conocida la relación entre la sal y la hipertensión arterial. De hecho, cuando a una persona le diagnostican hipertensión, una de las primeras medidas a adoptar es disminuir la ingesta de sal. Esto se debe a que al aumentar la concentración de cloruro sódico en sangre se produce un incremento de la sed y, en consecuencia, un aumento del volumen de sangre. Todo ello implica que el organismo diluya la sal y la elimine junto con el exceso de agua. Sin embargo, el mecanismo de eliminación conlleva un problema, que es el aumento del volumen de líquido de los vasos sanguíneos y, consecuentemente, aumento de la presión arterial.
Este sistema de compensación funciona regularmente y de forma efectiva. El gran problema se presenta cuando el consumo de sal es excesivo y continuado. En estos casos, el organismo acaba acostumbrándose a esta situación y se mantiene una hipertensión derivada de una dieta inadecuada. Más aún, el consumo de elevadas cantidades de sal conlleva un incremento de la sensación de salado, es decir, a mayor cantidad de sal, menos capacidad de detectarla. En consecuencia, se consume una mayor cantidad para obtener la misma sensación y se termina desarrollando una hipertensión inducida.
Una de las vías para reducir la tensión arterial es la de reducir la ingesta de sal, ya que así se consigue romper el ciclo y se vuelve a las cifras normales. Si el desarrollo de la hipertensión ya es crónico y hay otros factores, como el sobrepeso o la insuficiencia renal o diabetes, además de la reducción de la ingesta de sal habrá que aplicarse una terapia específica que tendrá que imponer el especialista.
Hipertensión infantil
Uno de los principales problemas a los que nos estamos enfrentando es la influencia de una dieta deficiente en la salud de los niños. Hasta hoy, una mala dieta se relacionaba con problemas de salud en los adultos. Sin embargo, el problema es tan serio que se empieza a detectar ese problema en la población infantil. Esto significa que la corrección de los problemas hay que imponerla en edades mucho más tempranas. Durante mucho tiempo se ha pensado que no era una situación propia de la infancia. Una de las peculiaridades de la tensión arterial en la infancia es que se trata de un parámetro variable, con una amplia distribución de los valores que aumentan progresivamente a lo largo del crecimiento y desarrollo.
No existe un valor único como límite de normalidad en este sector de población, por lo que es aconsejable que los valores de normalidad deban tener en cuenta, además de la edad y el sexo, el tamaño corporal. Por este motivo se deben utilizar tablas de referencia de los valores de presión arterial. Las más utilizadas internacionalmente son las de la Task Force for Blood Pressure in Children, publicadas en 1987 y modificadas en 1996. Niños más altos y corpulentos tienen tensión arterial mayor que otros de la misma edad y menor tamaño.
Se define hipertensión (HTA) como los valores que superan el percentil 95 para su edad y talla. Cuando se encuentre entre percentil 95 y percentil 99 hablamos de HTA significativa. Cifras superiores al percentil 99 indican una hipertensión grave. Los niños entre el percentil 90- 95 se encuentran en el límite alto de la normalidad y si se mantienen así desarrollarán hipertensión en la edad adulta.
CONSUMO DE SAL Y HTA INFANTIL
Hasta hace poco se consideraba que una reducción de la ingesta de sal en adultos implicaba una rápida reducción de los niveles de tensión arterial. Sin embargo, no estaba muy clara esta relación en el caso de los niños. De hecho, se consideraba que las necesidades de sal en estas edades se incrementaban. Recientemente se han conocido los resultados de un estudio realizado en el Reino Unido en el que se evalúa la ingesta de sal y se relaciona con los niveles de tensión arterial. Para ello, se han comparado los resultados de un total de 1.517 niños y adolescentes. La base fundamental de este estudio se ha centrado en una reducción de la ingesta de sal durante al menos dos semanas.
Los datos demuestran que una reducción de entre el 40% y el 50% de la ingesta de sal durante cuatro semanas reduce la presión arterial de los niños entorno a 1.2 mm Hg, tanto en la máxima como en la mínima. Si esa reducción se prolonga hasta 20 semanas (unos cinco meses) la reducción puede llegar a 2.5 mm Hg. Consecuentemente, una reducción de la ingesta de sal puede tener varios efectos positivos:
- Una reducción en la tensión arterial
- Una mejora de los hábitos alimentarios
- Una adaptación a una dieta más saludable
- Prevención de la ingestión de cantidades elevadas de sal en la edad adulta
Para que esto sea efectivo es necesaria la implicación de los padres, que son los que al final han de aplicar estas nuevas tendencias, de los comedores de los colegios, puesto que es donde van a comer la mayoría de los niños y niñas durante la semana, y de la industria alimentaria, cuyo apoyo es de vital importancia para poder aplicar estas tendencias con una mayor rapidez y eficacia.
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